Tiene 14 años. Es un chico inquieto, pero noble. Necesita que le prestes atención. Te toca, te hace cosquillas. Intenta llamar tu atención tocándote el hombro y a la vez quitándote el bolígrafo del bolsillo de la camisa. Al verle, de aspecto descuidado, cabizbajo, rendido (le he anunciado que le han puesto otra amonestación, y ya van seis), uno tiene la sensación de que en el fondo piensa que, haga lo que haga, los profesores le tienen entre ceja y ceja y nunca podrá salir del hoyo.

Me pregunta si tengo pájaros de compañia. Le digo que no, que tuve uno pero que se me murió, que ahora tengo una perrina. Me cuenta que él tiene dos rotweiler y un pitbull. "Te doy cien euros si te acercas a él" --me desafía. Le digo que tenga cuidado, que mira lo que ha pasado en Galicia, donde un pitbull, encerrado en una jaula, destrozó a un niño descuidado por sus abuelos, que se acercó demasiado. "Lo tengo sujeto por una cadena así de gorda" -- me indica con las manos.

Hoy, cuando yo estaba en el ordenador del profesor repasando faltas de asistencia, y mientras unos alumnos estudiaban o intentaban estudiar para el examen, y otros hacían una práctica de tutoría sobre el empleo de su tiempo a lo largo del día, se me ha acercado y me ha dicho que quería enseñarme algo. Un poco reacio, he aceptado.

Directamente ha ido a Google y ha escrito la palabra jilgueros. En la pantalla han aparecido imágenes de variedades de jilguero. Ha querido ponerme uno como pantalla de ordenador y me ha pedido que eligiera uno.
He descubierto que le apasionan los pájaros. Se conoce los nombres de canarios, petirrojos, verdillos, y qué se yo cuántos más.
Le he pedido que me copiara varias imágenes a mi carpeta de profesor. Me ha ido mostrando uno a uno si me gustaban. He elegido unos cuantos.
Por un momento, al ver las imágenes, he sentido, tras la apariencia de chico duro, curtido, de aseo descuidado, pero de pendiente de brillante en la oreja y anillo de oro en la mano, la fragilidad de A. L., una fragilidad como la de los pájaros, ante los que sus ojos se abrían admirados, protectores y tiernos.
Y yo me digo que, si el chico tiene esa sensibilidad hacia la belleza y delicadeza de los pájaros, no debe ser tan malo el lobo como lo pintan.
Por un momento, al ver las imágenes, he sentido, tras la apariencia de chico duro, curtido, de aseo descuidado, pero de pendiente de brillante en la oreja y anillo de oro en la mano, la fragilidad de A. L., una fragilidad como la de los pájaros, ante los que sus ojos se abrían admirados, protectores y tiernos.
Y yo me digo que, si el chico tiene esa sensibilidad hacia la belleza y delicadeza de los pájaros, no debe ser tan malo el lobo como lo pintan.
Me ha conmovido mucho la entrada de hoy. Hay que preguntarse cuantos mas como el estaran metidos en las(j)aulas de los colegios, chicos con una rica vida interior completamente desconocida por sus profesores y hasta por sus padres, hermanos y amigos mas intimos. Cuando estan dando la lata a los companeros o negandose a prestar la mas minima atencion al profesor, es facil de olvidar que siguen siendo personas, y que cada uno tiene algo, ALGO que le interesa y que le ayuda a encontrar sentido en la vida. Puedes estar seguro que dentro de veinte anos, cuando las lecciones sobre los griegos y los romanos forman parte de un pasado lejano y quiza un poco desagradable, este chico seguira teniendo la misma pasion por los pajaras que tiene hoy.
ResponderEliminarA mi tambien me ha gustado mucho esta entrada. Todas las entradas en las que hablas de tus alumnos siempre te salen muy bonitas. Ojala mas profesores u otras personas de autoridad mostraran tanta compasion a veces...
ResponderEliminar