No sé que tienen las estaciones que te predisponen a hacer determinadas cosas. Uno nota que ha cambiado la estación cuando por la mañana, al salir de casa para ir al trabajo, aún no ha amanecido y empiezas a sentir la necesidad de ponerte más ropa. Poco a poco la naturaleza te aconseja refugiarte en el hogar y acomodarte a disfrutar de lo que la cueva te ofrece: el calor acogedor de mantas y colchas de tonos verdes y púrpuras, una siesta bajo el viejo edredón o la manta suave después de comer, una lectura de tu novela preferida en el sofá, una labor de costura que tu esposa paciente está a punto de terminar, el mirar juntos otra vez más una serie de la BBC sobre Jane Austen, o cocinar platos cálidos de esos de mojar el pan de pueblo. Y todo ello acompañado de la perra, que espera paciente una recompensa a su lealtad o se acurruca a tu lado esperando tu caricia.
Hoy hemos preparado unas Fabes con almejas. Tenía pensado comprar verdaderas fabes asturianas, de esas gordas, pero me olvidé y anoche tuve que poner a remojo cinco puñados de judías blancas que guardaba en la despensa. Hoy por la mañana, después de desayunar torrijas y churros, compramos 300 gramos de almejas. Cuando llegué a casa las puse en remojo durante una hora para que se limpiaran. Luego escurrí las judías y las puse al fuego cubiertas de agua y con media cebolla entera. Cuando empezó a hervir le eché un chorro de agua como mandaba la receta. Luego hice un sofrito con un tomate, la otra media cebolla, dos dientes de ajo y un pimiento verde, todo ello picado. Cuando estuvo hecho el sofrito eché las almejas y mezclé todo. Esperé y cuando estuvieron hechas las judías, cuidando de que quedaran caldosas, les eché la mezcla de sofrito y almejas y lo dejé todo hervir 15 minutos para que tomara sabor. Confieso que pequé: les eché una pizca de guindilla y una pizca de pimentón de la Vera. El resultado es el que aparece en las fotos.
Hoy hemos preparado unas Fabes con almejas. Tenía pensado comprar verdaderas fabes asturianas, de esas gordas, pero me olvidé y anoche tuve que poner a remojo cinco puñados de judías blancas que guardaba en la despensa. Hoy por la mañana, después de desayunar torrijas y churros, compramos 300 gramos de almejas. Cuando llegué a casa las puse en remojo durante una hora para que se limpiaran. Luego escurrí las judías y las puse al fuego cubiertas de agua y con media cebolla entera. Cuando empezó a hervir le eché un chorro de agua como mandaba la receta. Luego hice un sofrito con un tomate, la otra media cebolla, dos dientes de ajo y un pimiento verde, todo ello picado. Cuando estuvo hecho el sofrito eché las almejas y mezclé todo. Esperé y cuando estuvieron hechas las judías, cuidando de que quedaran caldosas, les eché la mezcla de sofrito y almejas y lo dejé todo hervir 15 minutos para que tomara sabor. Confieso que pequé: les eché una pizca de guindilla y una pizca de pimentón de la Vera. El resultado es el que aparece en las fotos.
Cuando me levanté de una siesta tardía, supe que había llamado mi hija. Mientras nos preparábamos para ir a la iglesia, mi esposa me habló de los proyectos de hogar de B. y A. Nos enternecía la ilusión que estaban poniendo los dos en crear su propia cueva.
Mientras sufríamos una misa atípica de alboroto, por al menos cuatro bautizos a la vez, le sugerí a J. que quería hacer una tortilla de patatas. Me preguntó si había patatas en casa. Decidimos pasar por el supermercado y comprarlas. Cuando llegamos a casa, la perra saltaba como lo hace siempre pero quizás oliese mis planes y se dispuso a esperar.
Y he aquí el resultado de esta hermosa cena que precede una velada donde veremos el segundo capítulo de "The Woman in White" en versión de la BBC, con un Sir Percival Glyde de apariencia bonachona pero tras la que se esconde letra pequeña. Bon apetit.
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